sábado, 30 de junio de 2018

"La actitud hace la diferencia" de Vanina Sassi


Hace no mucho tiempo, en un barrio como el tuyo y como el mío, había una plaza.
Muchísimos niños visitaban esta plaza maravillosa todos los días al salir de la escuela.
¿Y saben por qué era maravillosa? por muchos motivos, pero el más fabuloso de todos, era que tenía el poder de hacer feliz a cualquiera que pasara por ella.
Los chicos jugaban sin parar con otros chicos, en la hamaca, en el tobogán, en el sube y baja, en el arenero… ¡cuántas sonrisas y caras contentas se veían en esta plaza!
Los papás estaban felices de ver a sus niños divertirse…  y ni les cuento los abuelos… los abuelos vivían con gran placer y emoción ese momento compartido.
También se veían chicos más grandes, esos que van a la otra escuela, sentados sobre mantas en el suelo, tomando mate con sus amigos y escuchando música. Otros jugando partidos de fútbol gritando goles a los cuatro vientos cuando la pelota entraba en algún arco armado con buzos o piedras.
Había personas adultas leyendo libros en los bancos de la plaza y bebés super pequeños disfrutando del paseo en cochecito.
La plaza tenía un poder especial, un poder que lograba que desde el niño más pequeño al abuelo más grande vivieran un momento de felicidad único, de esos que llenan el alma.
Pero no vayan a pensar que sólo la gente era feliz... Los perros, sin sus correas, iban de un lado hacia otro, persiguiéndose, jugando con sus dueños, con los chicos, con los gatos, interrumpiendo los partidos de fútbol.
Las palomas y los pájaros se hacían un festín con las migas de pan o semillas que les daban de comer los pequeños.
Qué bello era todo, los días eran perfectos.
Pero, como siempre hay un pero, en esta plaza sucedía algo que nadie percibía.
Les cuento un secreto, los juegos de la plaza también tenían sentimientos. Les encantaba que los niños jugaran sin parar, ellos hacían lo posible por estar siempre sanos y bien predispuestos para que todos pudieran divertirse.
Pero algo pasaba, algo había cambiado en este último tiempo. Muchos juegos estaban agotados, cansados porque no todos los chicos los respetaban y cuidaban. Los chicos no respetaban su turno para jugar y es así como varios se subían todos juntos al sube y baja, y el pobre no dejaba de hacer fuerza para mantener a todos seguros. Así es como empezó a quebrarse su madera y a aflojarse sus agarraderas… Y ni hablar de las hamacas, mientras algunos bailoteaban, otros se enroscaban y se paraban sobre ellas… las cadenas se golpeaban, los asientos se empezaron a ensuciar y resquebrajarse y nadie se percataba del dolor que sentían estos juegos, estos juegos que lo único que querían era que los chicos fueran felices.
Lo mismo sucedía con el pasa manos que ya empezaba a oxidarse por los mensajes que escribían rayando su cuerpo. Y ni hablar del arenero… ya no tenía sólo arena, ahora encontrábamos envoltorios de caramelos, chicles, botellas, papeles de todo tipo…
Por qué será que nadie se da cuenta de que si no nos ocupamos de la plaza, poco a poco se irá perdiendo la magia de ese lugar tan especial que nos hace tan felices.  
¿En qué momento dejamos de fijarnos qué le pasa al otro y dejamos de cuidarlo?
Por suerte, en esta plaza aún hay un cuidador que se ocupa diariamente de reparar y limpiar los juegos y el lugar. Día a día encuentra niños entusiasmados, que lo quieren ayudar con el trabajo. Él, les da una tarea que pueden hacer mejor que nadie… una tarea súper especial… hablar con sus amigos para que entre todos cuidemos los lugares comunes de los que tanto disfrutamos. La buena actitud siempre hace la diferencia.

Vanina Paola Sassi, curso: “El Cuento en la Escuela” – Aula33 – Tiza y PC – 2018 

martes, 15 de mayo de 2018

EL LEONCITO Y EL SAPO - VANESA TINTE -


Actividad 1- Cuento- Tinte
El Leoncito y el sapo

Había una vez un Leoncito que se sentía solo, nadie quería ser su amigo. Todos tenían miedo porque algún día él sería el rey de la selva. Pero un día, llegó de muy lejos un sapo que había perdido a su familia. Enseguida el león aprovechó que no lo conocía y lo invitó a jugar con él. El sapo alegremente le contestó: –¡croac, croac! – aceptando jugar con él. Juntos se divertían de día y de noche. Los otros animales los miraban divertirse tanto pero tanto, tanto, tanto que se animaron a sumarse a la diversión. Y colorín colorado, el Leoncito saltó de alegría como un sapo.
  
MARÍA VANESA TINTE - 1era cursada 2018 - EL CUENTO EN LA ESCUELA -

jueves, 19 de abril de 2018

Shhh, el secreto de Facu

CUENTO DIRIGIDO A NIÑOS DE 4 A 7 AÑOS


Shhh, el secreto de Facu

Facundo, el nene de mi cuadra, espera todas las mañanas el remis para ir a la escuela. El siempre se muestra alegre y con ganas de aprender. ¡Pero tiene un gran secreto, que la seño todavía no descubrió!

Se sienta en el último banco de la sala, cerquita de las vocales.

Cuando la seño entra a la sala, saluda y se sorprende… ¡Facundo no está y tampoco las vocales!

Lo que ella no sabe es que Facundo y sus amigas  se transforman en superhéroes. ¿Las conoces? Espera que te las presento: Súper A, Capitán E, Gran I, Poderosa O, e Inalcanzable U.  Ellas ayudan a que nadie se sienta solo y seamos todos buenos amigos.

¡Algo anda mal! con su súper oído  Facundo escucho el llanto de algunos niños en el patio. Es que Juan no quiere prestar la hamaca, dice que llego primero y esto genera conflicto, todos se pelean, nadie se divierte.

De pronto… taran taran ¡llegan los superhéroes! se preguntan qué está pasando. Al enterarse de todo, las vocales separan a los niños y a Facu se le ocurre una brillante idea. Si todos se turnan para subir, podrán jugar y divertirse en el recreo.

Después de ese día, los chicos esperan su turno y todos comparten felices.

Facundo y las vocales volvieron a la sala para seguir aprendiendo.

 

Fin.

 GOMEZ MELINA SORAYA - SABOREDO MARIA ALEJANDRA

  • curso: "El Cuento en la Escuela" – Aula33 – Tiza y PC – 2018 -


lunes, 22 de enero de 2018

LIBRO DIGITAL: "Cuadernillo de informática para educación infantil"

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miércoles, 17 de mayo de 2017

EL CONEJITO BURLON

Había una vez un conejito dulce y tierno que vivía en el bosque en el hueco de un árbol, siempre que veía algún animal del bosque se burlaba de él.
Un día, estaba sentado a la sombra de un gran árbol, cuando se le acercó una pequeña ardilla y muy amablemente lo saludó: -¡Hola Sr.Conejo, buen día!, el conejo no respondió, la miró, le sacó la lengua y salió corriendo.
¡Qué maleducado!, pensó la ardilla, mientras se iba a su madriguera.
Más tarde el conejo se encontró con un osito que también lo saludó:
-¡Buenos días Sr.Conejo! pero de nuevo el conejo lo miró, sacó su lengua y salió corriendo. Así una y otra vez a todos los animales del bosque que iba encontrando en su camino.
Al ver la actitud burlona del conejo todos los animales del bosque decidieron darle una lección, se pusieron todos de acuerdo para no saludar al conejo, y así ocurrió, todos lo ignoraron, nadie le hablaba, no lo saludan y ni siquiera lo miraban.
Un día todos los animalitos  organizaron una gran fiesta en el bosque a la cual el conejo no fue invitado.
Abrumado ante esta situación y la falta de atención de sus compañeros, el conejo burlón decidió marcharse con las orejas bajas. A los animales les dio tanta pena el pobre conejo que decidieron ir a buscarlo e invitarlo a la fiesta, pero antes le hicieron prometer que nunca más haría burla a ninguno de los animales del bosque.
El conejo muy contento, prometió no burlarse nunca más de sus amigos del bosque.
Ese día en la fiesta se divirtió tanto tanto, rió a carcajadas, bailó y fue el conejo más feliz del mundo.
Y colorín…colorete este cuento es de juguete…
                                           
                                                 FIN
Moraleja: procura no burlarte nunca de la gente.
MARIELA UGUET - TALLER EL CUENTO EN LA ESCUELA -
TIZA Y PC - 1era CURSADA 2017 -



martes, 25 de abril de 2017

Una Cenicienta moderna

Había una vez una nena que vivía junto con su madrastra y sus dos hermanastras. Se llamaba Cenicienta. Ellas trataban muy mal a la niña, y la tenían todo el día lavando, cocinando, limpiando, planchando y haciendo las cosas de la casa. Cenicienta estaba cansada de su maltrato constante y de trabajar todo el día.
Una noche, de tanto trabajar, quedó dormida junto a la escoba en la cocina. Y de repente, por arte de magia…un hada se le apareció. Cenicienta, sin poder creerlo, abrió sus ojos bien grandes. El hada, con una sonrisa, le dijo que tenía que pensar un deseo.
Pensó, pensó y pensó durante varios minutos hasta que se le ocurrió una gran idea. Le pidió al hada una lista interminable de electrodomésticos. Luego de decir unas palabras mágicas y hacer muchos movimientos con su varita, aparecieron frente a ella: lavarropas, enceradora, lavaplatos, plancha, microondas, cafetera y hasta un robot que hacía todo lo que ella le pedía. Y TODO SÓLO USANDO UN CONTROL REMOTO!! Cenicienta no podía creer lo que estaba viendo.
Como la madrastra y las hermanastras no podían enterarse de lo sucedido, durante el día, ante la presencia de ellas, Cenicienta simulaba hacer las cosas de la casa….y aprovechaba cuando se iban de paseo o descansaban en sus habitaciones para que todos los electrodomésticos cobraran vida e hicieran los quehaceres de la casa.
Desde ese día, Cenicienta nunca más pasó cansancio porque con solo presionar un botón, tenía un robot o un artefacto que hacía las cosas por ella. Así, durante su tiempo libre, se dedicó a darse muchos baños de inmersión, leer revistas y coserse muchos vestidos para estar a la moda.
Y ustedes se preguntarán, qué pasó con la madrastra y sus hermanastras… Cansadas de ver que Cenicienta nunca se cansaba de todos los pedidos realizados, decidieron irse de su casa y buscar a Blancanieves. Ya no era divertido para ellas pedirle cosas a alguien que siempre respondía con una sonrisa.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado…

SILVINA INÉS LEMOS
CURSO: "El Cuento en la Escuela" – Aula33 – Tiza y PC – 
AÑO DE LA CURSADA: 2017

lunes, 24 de abril de 2017

De vuelta a casa….


Plumier

Pepita era una pequeña hormiguita muy aventurera, aprovechando que su mamá Doña Florencia fue a visitar a su tía a un hormiguero cercano, decidió asomarse y ver el exterior. Ella sabía que no debía hacerlo, pero movida por su curiosidad Pepita pensó… ¿y si solo salgo un poco, nada más hasta esa flor amarilla al otro lado de la calle?, tomó coraje y se dirigió fuera de su casa camino hacia la flor amarilla. Descubrió que aquella flor era aún más hermosa de cerca y a su derecha vio como caían unas ramas de un árbol y se movían lentamente por el viento, así pasó el tiempo y cuando quiso acordar ya estaba oscureciendo. De repente, se vio rodeada de unas luces que la encandilaban, empezó a correr asustada y no encontraba el camino a su casa, se metió por una calle y esa no era, las luces la perseguían y ella corrió para otro sendero, allí pudo ver la entrada de su casa, y finalmente llegó, su mamá la estaba esperando con cara de pocos amigos. Pepita aprendió y prometió que nunca más iba a salir sola y sin permiso de sus padres.

Pepita no sabía que las señoras luciérnagas amigas de su madre la habían visto que andaba distraída viendo las flores y decidieron darle una lección.



Norma Desiré Mesa, curso: "El Cuento en la Escuela" – Aula33 – Tiza y PC – 2017-
Plumier

domingo, 23 de abril de 2017

Lunes

Lunes
Abrió sus ojos, se puso lo primero que encontró, no pensó en nada y salió. El viento golpeó fuerte pero él no se amilanó. Siguió. Dos, tres, cuatro pasos. Se frenó. Pero esta vez, para sentir la mañana en la cara, como una caricia, como un mimo al alma. Retomó su camino. Poco a poco, fue percibiendo los aromas tempraneros. Sonrió. Sus recuerdos aparecieron. Esos recuerdos que no podemos soltar, esos que se aferran a uno de una manera inexplicable. Volvió a sonreír. Hojas y hojas, de distintos colores y texturas. Reflejan la llegada del otoño. Esa época del año que a él le encanta. Donde el frío no es tan frío y la mañana te ofrece un agradable paisaje. Continúa su camino. A lo lejos, se observan movimientos.  Los primeros ruidos, el día que comienza a asomar. Pero él, no. Se toma su tiempo, camina y piensa. Es su momento. Siempre lo mismo y siempre distinto.  Se detiene nuevamente. Cierra los ojos. Relaja. Disfruta. Siente. Lo necesita. Arranca. Ya está llegando. Se acerca. Está de regreso. Entra. Ahora sí. Ya puede comenzar. Otra vez, lunes.  
Luciana Vecchi, curso: "El Cuento en la Escuela" – Aula33 – Tiza y PC – 2017 -

sábado, 22 de abril de 2017

Tal vez, estés a un solo paso...

No sé si estará bien pero ahí va lo que salió!

Tal vez… estés a un solo paso
Sentada en un viejo bar del centro en una pequeña mesa junto a la ventana allí me encontraba. Mujer morena, de unos 30 años, pelo castaño y ojos grandes y profundos, al menos así me describen quienes me ven seguido en mi rutina diaria.
Era una tarde de sol en la que sus rayos traspasaban el vidrio del bar acariciándome el rostro.
Con mi café habitual en la mano y mirada perdida a la nada misma me encontraba ansiosa, un tanto preocupada, como esperando algo… o a alguien aunque sinceramente no entendía por qué.
El mozo del bar me despertó de mi letargo cuando trajo el resumen de la cuenta.
-         Gracias-  respondí en un tono monocorde y lábil que apenas se pudo escuchar.
El hombre asintió con la cabeza educadamente y volvió a sus labores.
Luego de pagar, me levanté y me dirigí a la salida del bar.  Mi rostro denotaba un rasgo de desilusión, un sentimiento ya conocido, como si me viniese acompañando por mucho tiempo.
En el trayecto a casa algo ocurrió. Perdida en mis pensamientos me choqué con una anciana que venía por mi mismo camino o yo en el de ella , depende desde donde lo veamos.
– Lo lamento mucho- le trasmití. - ¿Se encuentra bien?-
La anciana sólo me miró a los ojos y con una sonrisa me dijo: - No te preocupes……ya la encontrarás.
-         ¿A quién se refiere señora?- contesté un tanto desconcertada.
La mujer se dio media vuelta y continuó su viaje.
Pensando que a lo mejor la anciana no estaba en sus cabales seguí mi rumbo.
De repente algo llamó mi atención que me hizo detenerme… Era una plaza, una común y simple plaza pero tenía algo que no sabía describir qué era que me invitaba a ir. Tal vez ya había pasado por allí muchas veces, realmente no lo sabía sólo que algo hizo que detuviera mi camino y quisiera ir hacia ese lugar.
Al llegar elegí  sentarse debajo de un árbol que daba un poco de aire fresco justo enfrente de unos juegos de niños.
En eso un pequeña se me acercó y se sentó a mi lado. Miré a la distancia a ver si veía a sus padres sin éxito alguno.
-         Hola ¿dónde están tus papás?- pregunté a la niña.
La nena solo me observaba fijamente.
-         ¿Estás perdida?
La pequeña asintió con la cabeza aunque no se la notaba triste ni angustiada.
-         Te ayudaré a buscarlos, vení conmigo- le dije queriendo tranquilizar tal vez a mí misma.
La nena se levantó negando con la cabeza, se acercó a mí con los ojos bien abiertos y posó su mano en mi rostro regalándole una caricia que me hizo enternecer. Luego susurró a mi oído:
-         No te preocupes… cada vez estás más cerca.
En eso una mujer toma del brazo a la niña retándola porque se había ido de su lado. -¿Dónde estabas, Nahiara?-
Quedé inmóvil ante toda la situación y más aún cuando escuché ese nombre. Era mi nombre.
¿Qué estaba pasando? Imaginé que se trataba de una casualidad absurda, aunque mi corazón no paraba de palpitar mientras observaba la escena.
 La niña me regaló una sonrisa y siguió su camino con su madre.
Al pensar que ya eran suficientes cosas raras por un día me dirigí por fin a mi depto queriendo que nada me distraiga de mi destino. Sin embargo no podía dejar de pensar en los mensajes que había recibido.
Al llegar ya había caído la tarde y me dispuse a trabajar un poco en mi computadora. Abrí mi correo y encontré un nuevo mensaje del que no tenía remitente.
Era una historia… pero no cualquier historia… Era lo que había vivido dicho día y ¡con lujo de detalles!. La misma terminaba en que la protagonista "recibió un mensaje en su computadora y mientras estaba leyéndolo escuchó unas risas adolescentes que provenían de su balcón". Inmediatamente las risas llegaron a mis oídos.
-¿Me estaba volviendo loca? ¿Qué es lo que estaba ocurriendo?-
Con temor me asomé al balcón y para mi sorpresa observé una imagen que me trasnmitió mucha alegría.
Desde allí se veía el jardín de una casa y en él una joven que bailaba como si nadie la estuviera mirando. Bailaba feliz al son del movimiento del viento que la despeinaba a su andar. Se reía mientras jugueteaba con sus mascotas que la perseguían de un lugar a otro.
De repente dejó de bailar al verme. Me miró fijamente, lanzó una sonrisa al aire y gritó:
-         ¡Dale! ¡Está ahí! ¿Qué estás esperando?- Y siguió bailando como si nada…
Ante mi asombro entré enseguida y comencé a respirar agitadamente. Cerré los ojos muy fuerte y el miedo dominaba mi pecho.
De repente logré acallar mi mente, aguardé un momento en silencio. Mi respiración se hizo más melodiosa y pude escuchar a mi corazón.
Al abrir los ojos me encontraba frente a mi espejo y las lágrimas empezaron a brotar.
-         Te encontré…- me devolvió la imagen aquellas palabras que salieron de mi boca que dibujó una gran sonrisa en mi rostro.
Y allí estaba conmigo, conmigo misma, encontrándome después de tanto tiempo de búsqueda.

           Jimena Constanzo- "El cuento en la Escuela"- Aula33- Tiza y PC- 2017
                                                                                                   

viernes, 21 de abril de 2017

Noche en el parque

Noche en el parque
Detrás de sus lentes oscuros mira hacia el cielo, fija su vista en el sol y con desdén escupe hacia allí. Su saliva describe un arco perfecto y cae en el pasto como un solitario rocío. El astro le repugnaba, la luz solar le producía nauseas.
Sentada en el banco de la plaza, espera su momento favorito del día. Ve como el sol se oculta, disfruta verlo desaparecer lentamente, imagina que se resiste pero todo esfuerzo es en vano, finalmente es devorado por la noche. Una sonrisa de satisfacción se dibuja en sus labios.
Aparece la luna, siente los rayos plateados bañando su cuerpo, su piel se eriza y su sangre hierve. Su cuerpo se excita abrazado por la noche, la sensación de libertad la inunda completamente.
En la plaza, la oscuridad es total, los faros artificiales no alcanzan su ubicación como temerosos de romper su rito personal.
Una pareja de enamorados camina frente a ella, sus risas rompen la paz. No la notan. Los observa alejarse. Los huele. Se levanta lentamente. Sus colmillos se asoman. Está lista. Sus presas ríen despreocupados.

Mauro Damian  Lesieur . El Cuento en la Escuela" – Aula33 – Tiza y PC – 2017 -