Cuentan la historia sobre un niño perdido.
Una noche oscura y calurosa salió corriendo de su cuarto.
Corrió y corrió días enteros. Tal vez fueron dos, tres, o cuatro días...
A medida que corría se iba olvidando de quién era.
Agotado físicamente, hambriento y sediento fue deteniendo su marcha.
Comenzó a caminar, a serenarse, a pensar, a respirar… un silencio perfecto lo envolvió...
Queda inmóvil en una pradera de bellísimo follaje, un arroyo con una cascada de agua cristalina, espumante, fresca y vivaz se destacan.
Flores de colores por doquier con perfume celestial.
Pájaros volando, cantando, comiendo; peces y otros animales completaban el cuadro.
El sol entrando a través de altísimos árboles como cortinas de luz decorando, con aroma de exquisito verdor.
El niño da vueltas sobre sí mismo para disfrutar de todo aquello.
Abre sus brazos para sentir el espacio hallado y abrazarlo de alguna manera.
El calor del sol de la tarde y la frescura que irradia la cascada que salpica sus pies lo invaden de deleite interno y externo.
De pronto un ciervo joven se presenta:
- Hola ¿Eres un cazador?
- ¿Qué es un cazador? – le responde el niño.
- Es un hombre malo que caza animales. -
- Ah! no, eso no soy – dijo el niño acompañando su respuesta con un movimiento de cabeza apurado. – ¡jamás te mataría! – agregó.
- ¿Eres un leñador?
- ¿Qué es un leñador? – pregunta el niño.
- Es un hombre malo que corta los árboles.
- Ah!! no!!! eso tampoco soy.
- ¿Eres un pescador?
- No, tampoco soy un hombre malo que mata peces. – responde rápido y seguro.
- Ya veo,...no eres un hombre adulto. Un animal tampoco eres... – sugirió el ciervo pensativo. - ¿qué eres?
- ¡¡¡¡Soy un niño!!!! – dijo ofendido casi gritando.
- ¿Un niño?? No te pareces a un niño… - afirma el ciervo.
- ¿Por qué? ....Si me veo como un niño!!! – exclama el niño.
- Porque los niños al igual que los cachorros animales se ven diferentes, se ven….
- ¿Cómo??? – pregunta angustiado el niño. - ¿Cómo me veo?
- Se ven más... más... felices… ¿qué te ha pasado pequeño humano? ¿De qué escapas?– pregunta el ciervo.
- No lo recuerdo…no puedo recordar nada...debo regresar por donde vine para poder encontrar una respuesta… ¡Adiós amable ciervo! – balbucea y se apresura a retomar el camino.
- ¡Espera niño! Ahora estás aquí y será por algo importante. Eres nuestro invitado de honor. Disfruta de nuestro hogar. Bebe del arroyo. Come las frutas que deseas. Juega con los animales y aprende de ellos. Ríe, canta y descansa sobre la hierba. Luego si lo deseas, regresas por donde viniste.
El niño disfrutó de todo lo ofrecido con tanta amabilidadad. Rió hasta dolerle el estómago, saltó y corrió descalzo sintiendo la hierba entre los dedos de sus pies, se sanó de todas sus heridas físicas ocasionadas por tremenda corrida vivida, rodó por el césped sintiendo el rocío y perfume del follaje en su piel, nadó con los peces, saltó de la cascada un montón de veces!!! y saboreó las frutas frescas que la naturaleza brindó. Nunca se había sentido tan feliz.
Cuando se estaba despidiendo del lugar, de sus habitantes, su visión comenzó a alterarse, a oscurecerse...recordó por qué había corrido tanto.
Despertó agitado en la cama de su habitación. Miró pausamente a su alrededor buscando a sus nuevos amigos, reconociendo el lugar…
Descubrió en ese momento que no era un niño, era un hombre…
- ¡¡¡Fue todo un sueño!!!- se dijo angustiado.
Saltó de la cama, abrió la ventana de su cuarto y se encontró con bocinas de autos sonando estridentes en sus oídos, smog ensuciando su rostro entrando hollín, calor y gases tóxicos. En lugar de aquél paisaje, visualizó pavimento ardiente y maloliente, edificación sin límite en todas direcciones prohibiendo percibir el cielo, vehículos de todo tipo, gente y gente subiendo y bajando, entrando y saliendo, hablando, gritando,…
Se sentó en la cama y recordó cómo era su vida, lo que vivió en aquél lugar y lo que vivirá a partir de ahora.
Autora: leonora daniela mazza
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